La improvisación musical como proceso semiótico: Una lectura peirceana del cifrado americano
La improvisación musical como proceso semiótico: Una
lectura peirceana del cifrado americano
Sebastián
Pafundo
1. Introducción
La música,
entendida como lenguaje, es un sistema de signos que articula sonido, tiempo y
emoción. Dentro de este sistema, la improvisación musical ocupa un lugar
singular: es el momento donde el signo se actualiza en el presente, donde la
teoría se vuelve experiencia viva.
Desde la semiótica de Charles Sanders Peirce, podemos pensar que toda
manifestación musical implica una relación triádica entre un representamen, un
objeto y un interpretante. Si aplicamos este modelo al cifrado americano —el
lenguaje simbólico usado por los músicos de jazz y otros géneros para comunicar
progresiones armónicas—, podemos comprender la improvisación como un proceso
continuo de interpretación, una semiosis musical en movimiento.
2. El cifrado americano como sistema de
signos
El cifrado americano representa los acordes mediante
letras y símbolos (C, Dm7, G7, etc.). Cada símbolo funciona como un signo que
remite a una estructura sonora y a un conjunto de posibilidades expresivas.
Representamen: la forma visible del signo —la letra o el símbolo escrito.
Objeto: el acorde o sonoridad real que el signo representa (por ejemplo, “C7”
refiere a una sonoridad compuesta por C–E–G–Bb).
Interpretante: la idea, sensación o acción musical que el signo provoca en la
mente del intérprete, que puede transformarse en una frase, un color modal o
una intención expresiva.
Así, el cifrado no es simplemente una notación funcional, sino un lenguaje
simbólico que organiza el pensamiento musical y guía la acción creativa.
3. La improvisación como semiosis
dinámica
El signo “C7” puede funcionar (dejamos algunos ejemplos)
como:
Dominante principal de F (función tradicional: V7 → I).
Dominante secundaria de F, Bb, o incluso de A7, según el ciclo
de quintas (V7/V, V7/IV, etc.).
Sustituto tritonal de F#7 (por la simetría entre C7 y
F#7: ambos comparten el tritono E–Bb / F#–C).
Acorde puente o pivote modal, cuando se usa dentro de
progresiones que modulan entre modos mayores y menores.
Centro de una escala alterada o mixolidia b9 b13, en un
contexto más moderno o cromático.
Base de superposición o reharmonización, donde el
intérprete explora extensiones (9, 13, #11) o intercambia funciones (subV7,
Lydian dominant, etc.).
Habilitador de múltiples escalas melódicas, ya que un C7
puede servir de base para elegir entre:
Escala mixolidia (C–D–E–F–G–A–Bb)
Escala alterada (C–Db–Eb–E–Gb–Ab–Bb)
Escala diminuta semitono-tono (C–Db–Eb–E–F#–G–A–Bb)
Escala
blues (C–Eb–F–F#–G–Bb)
Escala Jónica
Escala pentatónica Mayor, etc.
Esta diversidad de escalas permite al improvisador crear
colores melódicos y tensiones diferentes, generando interpretantes únicos según
su elección.
Cada una de estas posibilidades constituye un interpretante distinto del mismo
signo. El músico que improvisa decide, en el momento, qué significado activar
de entre los muchos que ese símbolo encierra.
De este modo, el signo musical no remite a un único objeto sonoro, sino a una
constelación de sentidos potenciales que se actualizan en el acto de la
interpretación. La improvisación, entonces, es una semiosis dinámica en la que
el intérprete navega entre signos, contextos y emociones, transformando la
teoría en experiencia viva.
4. El sentido musical: de la convención al acontecimiento
El lenguaje del
jazz demuestra que el sentido musical no reside en la partitura, sino en la
acción interpretativa. El signo “C7” es compartido por todos, pero su
significado final depende del contexto, del estilo, de la emoción y del momento
presente.
El músico, al improvisar, actualiza el signo con su propio cuerpo y su propia
historia sonora. La semiosis se hace carne, sonido y gesto: el pensamiento se
vuelve música.
De este modo, la improvisación no solo utiliza un sistema simbólico; es ella
misma un proceso semiótico en el que el significado se construye en el acto de
tocar.
5. Conclusión
Pensar la
improvisación musical desde Peirce permite comprenderla no como un acto
espontáneo o caótico, sino como un proceso de pensamiento simbólico y creativo.
El improvisador, frente al cifrado, actúa como un intérprete de signos que
traduce símbolos en experiencias sonoras, abriendo infinitas posibilidades de
sentido.
En la improvisación, el signo no se limita a representar: se vuelve
acontecimiento, instante y presencia. La música, entonces, deja de ser un
código y se convierte en un diálogo entre símbolos, emociones y conciencia.
Gráfico conceptual: la triada peirceana
aplicada a la improvisación
REPRESENTAMEN ("C7") ──► OBJETO (Sonoridad de cifrados y escalas
) ──► INTERPRETANTE (Idea musical /
frase / emoción)
│
▼
SEMIOSIS DINÁMICA → nuevos
signos → nuevas interpretaciones
REPRESENTAMEN
"C7" (símbolo escrito)
OBJETO
Sonoridad del acorde y escalas
Ejemplos: C–E–G–Bb, etc, y su función armónica posible,
Lidio, Mixolidio Jonico, Pentatonico, etc, y su color sonoro
INTERPRETANTE
Idea musical o gesto expresivo del intérprete (frase,
escala, color)
SEMIOSIS DINÁMICA → nuevos
signos → nuevas interpretaciones
Fuentes y bibliografía
- Peirce, C. S. (1931–1958). *Collected Papers of Charles
Sanders Peirce*. Harvard University Press.
- Eco, U. (1976). *Tratado de semiótica general*. Lumen.
- Monelle, R. (1992). *Linguistics and Semiotics in Music*.
Routledge.
- Nattiez, J.-J. (1990). *Music and Discourse: Toward a Semiology of Music*.
Princeton University Press.
- Pressing, J. (1988). “Improvisation: Methods and Models”. *In Generative
Processes in Music*, ed. J.
A. Sloboda.
- Berendt, J.-E.
(1992). *El jazz: de Nueva Orleans al jazz rock*. Fondo
de Cultura Económica.

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