Percepción, Realidad y el Velo: Una exploración personal

  Percepción, Realidad y el Velo: Una exploración personal

Sebastián Pafundo

                             © 2025 Sebastian Ernesto Pafundo .Todos los derechos reservados.

 


“La realidad total es un proceso indiviso y en constante movimiento. Lo que percibimos como objetos separados no son más que fragmentos congelados de ese flujo.”
David Bohm, Wholeness and the Implicate Order

 


I.Introducción
Desde hace tiempo me pregunto si lo que percibimos como “realidad” es realmente todo lo que existe. Por lecturas, experiencias y reflexiones, intuyo que hay otra realidad, un plano que no vemos porque nuestros sentidos y nuestra mente están limitados y condicionados. Este “velo” de percepción no solo restringe lo que vemos, sino también lo que sentimos, intuimos y comprendemos.

Este “velo” no debe entenderse como una ilusión fantástica ni como un obstáculo espiritual en sentido dogmático. Puede pensarse, más bien, como una limitación perceptiva necesaria: un filtro biológico y cognitivo que protege al ser humano de un exceso de información sensorial. Desde esta mirada, el velo cumple una función adaptativa, aunque también delimita nuestra comprensión de lo real.

El objetivo de este ensayo es argumentar que, al examinar la percepción animal, las experiencias humanas límites y la función de la intuición científica, este 'velo' no es una frontera infranqueable, sino un umbral permeable que la conciencia humana tiene la capacidad de expandir, acercándonos a una realidad más compleja y conectada."

 


II. Percepción animal y lo que nos revela sobre el velo humano
Observar a los animales es una manera poderosa de comprender cómo nuestra percepción está limitada. Ellos perciben la realidad de formas que los humanos no podemos, no por falta de inteligencia, sino por diferencias en los sentidos y la orientación de su atención.

  • Gatos: visión nocturna avanzada, percepción de campos electromagnéticos.
  • Perros: ultrasonido, sensibilidad extrema a emociones humanas, capacidad de anticipar eventos peligrosos.
  • Aves: visión ultravioleta, percepción magnética, memoria espacial compleja.
  • Abejas: detección de patrones UV en flores, comunicación mediante danza.
  • Serpientes: percepción infrarroja del calor corporal.
  • Murciélagos y delfines: ecolocación, comunicación ultrasónica, mapas mentales del entorno.
  • Tiburones y peces eléctricos: detección de campos eléctricos.
  • Elefantes: percepción de infrasonido, detección de vibraciones sísmicas para anticipar terremotos y tormentas.
    Nota sobre adaptaciones biológicas: Es cierto que los animales perciben ciertas frecuencias de luz, sonido o campos eléctricos porque su biología está adaptada evolutivamente para sobrevivir en su entorno. Sin embargo, esto no invalida la idea de que existen capas de información fuera de nuestra percepción ordinaria. La diferencia clave es que los humanos, con nuestro cerebro altamente complejo, podríamos acceder a estas capas de información de maneras diferentes y potencialmente más amplias.
    Reflexión personal: Si animales con cerebros distintos al nuestro pueden percibir estas capas de información, los humanos también deberíamos poder percibir más, aunque la cultura y la evolución hayan bloqueado esas capacidades.

"La asombrosa diversidad de estas adaptaciones biológicas nos obliga a reconocer que, para el cosmos, nuestra banda perceptiva humana es apenas una pequeña porción del espectro. Si la evolución permite a estas especies acceder a la realidad a través de campos eléctricos, ultrasonidos y visiones ultravioleta, es un indicio poderoso de que existen capas de información objetiva que el Homo sapiens simplemente ha filtrado."

 


III. Experiencias humanas que rompen el velo
Existen momentos en que el velo de la percepción humana se interrumpe, ya sea espontáneamente o mediante prácticas ancestrales. Estas experiencias muestran que nuestra percepción ordinaria puede expandirse, aunque no todas las personas puedan soportarlas y no todos los casos sean positivos o interpretables como un despertar.

a. U. G. Krishnamurti y la “calamidad"
U. G. Krishnamurti (1918–2007), pensador y maestro espiritual indio, atravesó un estado llamado “calamidad”, en el que su percepción de la realidad se rompió por completo, generando transformaciones extremas en mente y cuerpo. Sensaciones como la falta de aire hasta desmayarse y despersonalización reflejan un colapso de la percepción ordinaria, que abrió un canal hacia otra forma de conciencia.

b. Ataques de pánico y experiencias personales
Mi propia experiencia con ataques de pánico se asemeja a lo que describió Krishnamurti: una alteración radical de la percepción del cuerpo y del espacio. Estas experiencias me llevan a pensar que algunas crisis podrían ser procesos naturales de expansión de la percepción, aunque no todas sean tolerables ni positivas.

Si bien es fundamental reconocer que la mayoría de las crisis de ansiedad o pánico son eventos patológicos que exigen tratamiento profesional, estas experiencias personales me obligaron a considerar una hipótesis conceptual: que, en esencia, estos estados extremos representan una desregulación violenta del velo protector. En este sentido, el colapso momentáneo de ese filtro perceptivo, aunque traumático e inherentemente negativo, revela la plasticidad y la fragilidad de nuestra realidad construida, sugiriendo que la expansión de la conciencia es posible, aunque no siempre controlada ni benigna.

c. Experiencias místicas y religiosas

  • Santos y místicos cristianos: visiones y éxtasis.
  • Chamanes: trances inducidos por rituales o plantas sagradas.
  • Yoguis y meditadores profundos: estados que trascienden tiempo y espacio.
  • Sufíes y budistas: experiencias de unión con la totalidad.

d. Fenómenos paranormales y parapsicología

  • Telepatía, clarividencia, precognición, experiencias extracorporales.
  • Sugieren capacidades humanas latentes bloqueadas por filtros culturales, miedo o educación.

 


IV. Posibles caminos para reactivar la percepción humana
A. Recuperar prácticas ancestrales: retomar métodos que utilizaban culturas antiguas, donde el “velo” cultural y tecnológico era menos invasivo.

  • Meditación y respiración consciente.
  • Ayunos, cantos, danzas y rituales.
  • Observación y contacto directo con la naturaleza.
    B. Micro-desconexiones diarias: silencio y ausencia de dispositivos modernos.
    C. Registro de intuiciones y experiencias: escribir lo percibido o sentido.
    D. Filtrado consciente de sobreinformación: reducir exposición a medios y redes.

 


V. Diferencia entre percibir y comprender lo percibido
Percibir otra dimensión o realidad no significa comprenderla de inmediato. La percepción es un primer contacto con la información, mientras que la interpretación depende de la mente, la cultura y la experiencia.

 


VI. Qué podríamos ver si realmente retiramos el velo

  • Podríamos percibir capas de realidad actualmente invisibles, similares a lo que los animales captan.
  • Experimentar fenómenos que hoy parecen paranormales o místicos.
  • Tener conciencia más directa de la energía, el tiempo, las conexiones y los patrones que rigen la realidad.
  • Desarrollar una sensibilidad más profunda hacia intuiciones, sincronicidades y percepciones que la mente ordinaria suele descartar.

 


VII. La intuición, la ciencia ficción y la expansión del conocimiento
A lo largo de la historia, muchos descubrimientos científicos comenzaron como intuiciones, sueños o visiones que parecían imposibles de verificar en su momento. Einstein imaginó viajar sobre un rayo de luz; Kekulé visualizó la estructura del benceno en un sueño con una serpiente mordiéndose la cola; Tesla diseñaba inventos completos en su mente antes de construirlos; Wegener propuso la deriva continental confiando en patrones intuitivos que la ciencia de su época rechazaba. Incluso Galileo y Fleming descubrieron fenómenos revolucionarios gracias a la observación curiosa y la atención a lo inesperado. La intuición funcionó como un puente hacia lo desconocido, anticipando hallazgos que más tarde pudieron ser comprobados.

De manera similar, la ciencia ficción ha anticipado inventos y tecnologías que parecían imposibles hasta que la ciencia y la ingeniería lograron realizarlos. Esto demuestra que la imaginación humana, lejos de ser superficial, es una herramienta poderosa para explorar lo que aún no puede percibirse ni medirse.

Así como los científicos confían en intuiciones que luego se verifican, nuestras propias percepciones más allá del velo podrían ser señales de realidades que todavía no comprendemos. La intuición se convierte entonces en un puente entre lo subjetivo y lo objetivo, entre la experiencia personal y el conocimiento colectivo. Este concepto conecta directamente con fenómenos místicos, meditativos o intuitivos: estados en los que la mente percibe patrones, conexiones o información que no suele ser captada por los sentidos ordinarios.

En este contexto, la mecánica cuántica juega un papel simbólico y conceptual: abrió la puerta a comprender fenómenos que no encajan en la física clásica, donde la realidad depende del observador, los efectos parecen conectarse a distancia y la materia deja de ser completamente sólida. Fenómenos como el entrelazamiento cuántico o el efecto observador muestran que la conciencia no es pasiva, sino que interactúa con la realidad. De manera análoga, nuestras intuiciones y percepciones sutiles podrían reflejar nuestra capacidad de interactuar con capas de la realidad que normalmente no captamos.

Este reconocimiento sugiere que la percepción humana no solo está limitada por sentidos y condicionamientos culturales, sino también por los paradigmas que usamos para interpretarla. Abrir nuestra mente a la intuición, a la imaginación y a la posibilidad de sincronías significativas nos permite explorar más allá del velo, acercándonos a una comprensión más profunda de la realidad y de nuestra propia conciencia.

 


VIII. Conclusión
Explorar la percepción más allá del velo nos invita a cuestionar lo que damos por real, a valorar la intuición, la creatividad y la sensibilidad como herramientas de conocimiento, y a reconocer que la realidad tiene capas que la mente ordinaria solo roza de manera superficial. La historia, la filosofía, la ciencia y la experiencia personal muestran que percibir no es suficiente: es necesario entrenar la atención, la conciencia y la apertura para comprender lo percibido.

Inicialmente concebido como una limitación biológica necesaria, el velo se revela, tras esta exploración, como un umbral permeable y simbólico. La expansión de la percepción no es ni un acto de fe ni una mera ilusión, sino un proceso de redescubrimiento activo, que combina la intuición, la observación consciente y la práctica interior. Al reconocer y trabajar con este umbral, empezamos a vislumbrar la complejidad y la profunda conectividad de la realidad que la mente ordinaria aún mantiene oculta.

 


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