EL VÉRTIGO DE LA VERDAD
EL VÉRTIGO DE LA VERDAD
Sebastián Pafundo
Fecha: 19 de
diciembre de 2025
19 de diciembre de 2025
© 2025 Sebastián Ernesto Pafundo. Todos los derechos reservados.
Una reflexión sobre la conciencia y la
responsabilidad
Introducción: A menudo pensamos que "ser
conscientes" nos hace automáticamente mejores personas. Pero la conciencia
no es un camino de paz, es un acto de honestidad brutal. El siguiente texto nos
enfrenta a una realidad incómoda: la conciencia solo ilumina el escenario; lo
que hagamos con lo que vemos depende enteramente de nuestro carácter y de
nuestro valor. No es una invitación al cinismo ni una justificación para el
egoísmo, sino un llamado a la responsabilidad radical.
LA CONCIENCIA
La conciencia
no educa. Expone. No vuelve bueno a nadie. Solo vuelve visible.
Lo que aparece
después no es iluminación. Es carácter. Si el carácter es frágil, se quiebra.
Si es voraz, devora. Si es honesto, tiembla.
No hay pureza
en la manifestación. Hay mezcla. La experiencia profunda no trae orden. Trae
ruptura. El orden viene después. Si alguien se hace cargo.
La mayoría no
quiere. Ver duele. Cambiar cuesta. Delegar tranquiliza. La indignación alivia.
La implicación quema.
Por eso se
grita más de lo que se actúa. Por eso se cree más de lo que se transforma. Las
figuras singulares no señalan caminos. Son grietas. Quien las sigue se pierde.
Quien las copia miente.
El mensaje mata
a la experiencia. La institución mata al gesto. Nada vivo puede heredarse. La
responsabilidad no se enseña. Se asume. O se evita.
No falta
conciencia. Falta coraje para cargar con lo que se ve. No hay salvación
colectiva. Hay decisiones individuales. Y
casi todas se postergan.
Cierre de
reflexión: Hacerse cargo
no es un permiso para el egoísmo. Quien utiliza la verdad para justificar su
propia sombra o para herir a los demás, no ha alcanzado la conciencia; solo ha
encontrado una nueva máscara para su narcisismo. El verdadero coraje que
menciona este texto no es el de hacer lo que uno quiere, sino el de sostener el peso de las consecuencias.
La conciencia sin ética es solo clarividencia del daño; la verdadera visión
siempre nos obliga a temblar, porque nos revela que el otro es tan real como
nosotros mismos.

Comentarios
Publicar un comentario